- El Observatorio Venezolano de Violencias LGBTIQ+ conmemora el Mes del Orgullo LGBTIQ+ destacando las historias de quienes suelen ser invisibilizades. Celebramos la diversidad y alzamos la voz: “¡Existimos y resistimos!”. Conoce el testimonio de Karolay Hernández, quien gracias al apoyo de sus amigues queer pudo superar un proceso doloroso en su vida
“Empecé a sentir amor por el activismo desde pequeña porque en mi familia había personas queer. Más que todo hombres. Creo que soy la única mujer queer de mi familia. Siempre estuve rodeada de artistas, músicos, esa parte enlazada a la gente diferente, que no encaja, ‘fuera de contexto’. Ver que la sociedad era muy tajante respecto a la manera de vivir de los demás me hizo sentir una necesidad de decir: ‘epa, eso no está bien, aquí todos somos iguales’. Al crecer comprendí que hay una ceguera muy fuerte en el mundo sobre cómo nos percibimos como seres humanos. Me dije: ‘Si tengo las herramientas, ¿por qué no hacerlo?’”, recuerda Karolay Hernández sobre sus inicios en el activismo.
La activista independiente de 27 años de edad que se define como audaz, empática, fraternal y valiente participó en iniciativas como el proyecto Desiguales, entre 2018 y 2019, junto a varias organizaciones de la sociedad civil. También se define como sobreviviente. Es una palabra resuena en su alma ante las distintas situaciones que comprometieron su salud mental en su pasado reciente, dejando una huella en su vida. Con el lema charisma, uniqueness, nerve and talent (carisma, singularidad, nervio y talento, una frase del programa televisivo de drags RuPaul’s Drag Race) que suele identificarla a ella y a la comunidad queer ha obtenido la creatividad necesaria para ejercer su activismo. Así lo ha dejado ver Karolay Hernández en sus redes sociales, donde ha expuesto parte de su trabajo como comunicadora audiovisual.
“Vivo en San Antonio de los Altos (estado Miranda) y estando aquí me di cuenta que prácticamente no existe nada que tenga que ver con el activismo y ese fue uno de mis mayores impulsos para empezar a hacer algo. El activismo es incómodo, disruptivo y puede hacerse desde cualquier espacio, no es exclusivo de una organización. Es la necesidad de encuentro lo que cuenta, así no tengas recursos, lo importante es hacerlo y hablarle a la gente para poder generar un cambio real”, señala Hernández.
Para Karolay Hernández, ser queer va mucho más allá de la orientación, identidad o expresión de género. Involucra una constante reflexión sobre la cultura, la historia y los íconos LGBTIQ+. Lo describe como un proceso “transitorio” y de “deconstrucción”, del que, a diferencia de años anteriores, hay mayores insumos en Internet y otras plataformas para comprender todo lo relacionado sobre el queerness (rareza). Ella destaca que ser queer “da enseñanza, madurez, familia, trabajo, identidad, motivación, amigos y red de apoyo”. Su manera de expresarlo es existir, sin más. Así lo ha hecho en distintos estratos de su vida, como en su núcleo familiar y su trabajo, donde su fórmula de “normalizar hasta que deje de incomodar” ya ha hecho efecto.
“En mis redes sociales, desde mi experiencia, abro espacios para que la gente cuente de manera anónima o pública sus experiencias sobre la homofobia, la transfobia o la familia escogida. También para hablar sobre las personas que son echadas de sus casas, los sitios de acogida, la falta de albergues para niños, niñas y adolescentes LGBTIQ+ en el país, o la restricción del acceso a los servicios de salud pública solo por el hecho de ser homosexuales”, destaca la activista.
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Karolay Hernández y su proceso de autoexploración
Con 15 años de edad, Karolay Hernández fue consciente de que no encajaba en parte de su entorno, ya que predominaba la heteronorma. Entendió que esa situación no estaba bajo su control, por lo que decidió vivir limitada, “en el closet”. Algunas preguntas que le ayudaron en su proceso de autoexploración fueron: “¿Cómo me siento frente a esta situación?, ¿qué me gusta?, ¿quién soy? o ¿qué puedo hacer para conocer esta parte de mi sin afectar mi entorno y en el momento de que lo afecte esté segura?”. En medio del miedo, narra que comentarios de familiares la hacían cuestionarse muchas cosas.
“El problema es cuando uno está en ese proceso y se hace las preguntas correctas, pero obtiene las respuestas equivocadas”, sentencia. Con los años entendió que era cuestión de tiempo para poder avanzar sin barreras en su proceso de autoreconocimiento. Ahora que las dudas se disiparon, se apoya en su círculo de confianza para poder darle respuesta a sus inquietudes, para brindarle luz en medio de la oscuridad. Si bien es cierto que cada proceso de vida es distinto, extiende la recomendación de respirar profundo y entender que todo llega “a su momento”.
Al hablar sobre su historia, desde su hogar, narra con melancolía parte de sus vivencias y sus íconos. Está consciente que el activismo ha cambiado a lo largo de los años y, en su caso, la cantautora y productora de música electrónica experimental Arca ha sido una de sus principales fuentes de inspiración a la hora de expresarse. En la Marcha del Orgullo LGBTIQ+ de Caracas de 2022 hizo un performance. En sus manos tenía una pancarta que decía “Pongan Arca”, con la que llamó la atención de varias personas.
“Me gusta la forma en la que es desagradable, ruidosa, la forma poco sutil en la que ella hace música, las personas con las que colabora, el concepto que tiene. A mi me hizo sentir que podía llevar más allá mi transformación física en cuanto a cómo expreso mi queerness. También me inspiran mucho los personajes históricos de la música y el arte, que no necesariamente tienen que ser personas queer, como Édith Piaf o Mecano, parte del soundtrack de la vida de una persona queer. Tarde o temprano ellos se topan en tú proceso de vida y dices: ‘Mira a esta persona marginada, mira lo que sufrieron, lo que sangraron por las venas para que nosotros pudieramos tener tanta historia, tanto arte y tanta inspiración para que pudiéramos crear cosas nuevas y ser más queer todavía’”, dice Karolay Hernández.
La realidad de las personas queer en Venezuela
Al no haber mayor difusión en el país sobre educación en materia LGBTIQ+, las personas queer enfrentan una serie de barreras que limitan el libre desarrollo de su personalidad, identidad o expresión de género. Karolay Hernández señala que las microviolencias, expresadas a través de comentarios o acciones, son parte de las principales barreras que enfrenta parte de la población queer en el país. Invita a la sociedad y a las personas LGBTIQ+ a dejar a un lado el pensamiento heteronormado y apostar a la diversidad para comprender las distintas realidades.
“He escuchado mucho en entornos hegemónicos este comentario que en Venezuela los gays tienen derechos porque pueden salir a rumbear, que pueden hacer drag, pero cuando ves qué hay detrás de todo eso te das cuenta que, incluso la generación más joven, que tiene la oportunidad de ser mucho más abierta sobre estos temas, las violencias o microviolencias están presentes en el núcleo familiar. Aquí en Caracas, la sociedad ha sido más amena con las personas queer, ya que pueden contar con familia o recursos, pero cuando vez un poco más a fondo, la realidad de las personas de clase media o baja es completamente distinta en cuanto a educación, trato en casa o enseñanza de valores. Falta mucho, estamos muy limitades en ese sentido”, indica Hernández.
Además, la activista lamenta que en redes sociales abunden los discursos llenos de “ignorancia y odio” por parte de políticos, figuras públicas, religiosas o medios tradicionales. Agrega que el conjunto de situaciones ha llevado a parte de la comunidad LGBTIQ+ a encerrarse en una “burbuja” para escapar a ratos de la realidad y proteger su salud mental. Para ella, cuando se está de vuelta al día a día para buscar oportunidades de trabajo en sitios donde no reconocen tu identidad, allí es donde empieza el problema. En ese ir y venir, a su juicio, las personas LGBTIQ+ ha creado una coraza que solo puede romperse a través de la empatía de las personas.
Sin embargo, la empatía sin acciones concretas por parte del Estado puede no ser suficiente para brindar soluciones efectivas para atender las necesidades insatisfechas de la población LGBTIQ+. Karolay Hernández desearía que se promulgaran leyes en el país que reconozcan las distintas identidades. Si tuviera la oportunidad, impulsaría la creación de un conjunto de leyes que protegieran a las infancias y juventudes trans, queer y no binaries. Con base en su experiencia, opina que los primeros 6 años de vida son los más importantes. “Si aquí funcionaran las leyes, habría una generación excepcional de seres humanos, gente que crece con humildad y empatía”, sentencia.
Lamenta que se utilice a la población LGBTIQ+ como propaganda política y no se actúe en favor de reconocer y proteger a este grupo vulnerable en el país. “¿Dónde están las políticas públicas?”, cuestiona Karolay Hernández. Ella está consciente que hay muchos factores en juego. Las promesas y acciones amañadas del régimen venezolano lo que han hecho, a su juicio, no es más que prolongar la espera para que este sector del país acceda, por ejemplo, al matrimonio igualitario y otros derechos.
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2022, el año que marcó un antes y un después
“Ha sido una batalla de poco más de una década desde que salí del closet. Luego de que le hablé a mi familia se creó un caos en mi núcleo familiar. En mi familia materna se notó la costura cuando me tocó ser la persona queer protagonista. Gracias a la decisión tomé de salir del closet, no solo como una mujer lesbiana, sino como una persona queer, no binarie, hizo que saliera toda esa toxicidad dentro de mi entorno. En mi caso, tuve la suerte de tener tías que me aceptaron y me dieron mi espacio en Caracas cuando me fui un tiempo de mi casa. Empecé a conocer más personas queer fuera de mi familia, a pesar de que en ella había muchas personas queer. Aunque eran así, se notaba una homofobia internalizada fuerte”, comenta Karolay sobre su proceso.
Para protegerse de los cometarios como “puedes ser lesbiana, pero no masculino, puedes ser lesbiana, pero no promiscua”, decidió empezar su vida en otros espacios y construir su propio círculo de confianza, su familia elegida, quien la aceptó en todo momento. Con los años, ha aprendido a poner límites y a demostrarles a su familia que es mucho más que una persona queer, es una profesional capaz de lograr lo que desea. A través de esos distintos procesos de aprendizaje no solo pudo tener una mejor relación familiar, sino también una mejor relación consigo misma.
“Soy una persona con depresión clínica y eso también ha sido duro: la muchacha que va a terapia y también es queer. Con la familia escogida ha sido un proceso más ameno porque son personas que han vivido vivencias similares a la mía. Tienen familias rotas, traumas por violación, violencia o acoso, también por homofobia y transfobia. Cuando te unes a personas así sientes que son tus hermanes, amigues, confidentes. Nada del horror que puedas vivir como una persona queer lo puedes decir tan abiertamente, con el corazón en la mano, que con gente como elles”, destaca Karolay Hernández.
En la montaña rusa de la vida, ella ha aprendido a valorar cada momento, como cuando se graduó en la universidad o empezó en el activismo. Pese a que asegura tener más momentos gratificantes que poco memorables, recuerda un momento cumbre en su vida reciente. A finales de 2021 sufrió un colapso psicológico que la llevó a cometer varios interntos de suicidio. En ese momento, con ayuda de sus círculo de confianza pudo recibir ayuda psicológica y psiquiátrica.
“Estaba desempleada, frustrada, no me sentía cómoda conmigo ni con cómo me identificaba, ni la vida que estaba viviendo. Nunca me había sentido tan desesperada por no ver luz en medio de tanta oscuridad. Al año siguiente, en 2022, luego de que viví todo eso, me recuperé, me sentí mucho mejor, pensé mucho en mi salud mental y me puse una meta de vida. Descubrí que, para mí, la única forma que yo sentía que valía la pena vivir era ayudar a personas a transitar esa oscuridad como la que viví yo, específicamente a personas queer. Sabemos lo que es llorar en el silencio más abrupto porque no hay manera de contárselo a alguien que no lo vive”, recuerda Karolay Hernández.
Cuando la hermandad queer sana
El mes del Orgullo de 2022 coincidió con su recuperación y con su mudanza. Desde entonces pudo tener un espacio seguro en el cual recibir o ayudar a toda persona queer que lo necesitara. Gracias a su performance con la pancarta de “Pongan Arca” durante la marcha del Orgullo LGBTIQ+ de Caracas, pudo contar su experiencia a otros jóvenes. Al ver su actuación como una mujer gótica, con el cartel, recibió la sensación que tanto estaba buscando en su vida. Una montaña de gente la abrazó y finalmente sintió que para eso era para lo que había nacido. “La reacción de la gente me salvó la vida”, recuerda entre lágrimas.
“Yo hace un año no me veía viva, entonces cuando eres una persona que ha pensado en vivir hasta cierta edad, ves el futuro un poco diferente. Espero verme tranquila y rodeada de puro amor, me veo estando en una posición importante en la que pueda enseñar todo lo que sé; me veo en el activismo. Si las cosas siguen su curso, con todo lo que hemos hecho comunidad, puedo decir que el futuro es prometedor y quizás ya no tengamos que tener estas conversaciones”, agrega Karolay Hernández.
La activista espera que el movimiento LGBTIQ+ en Venezuela sea “más fuerte y visible” en los próximos años. También espera ver mayor unidad en el activismo y añora que las intenciones de lograr igualdad en el país no se desvíen de sus fines porque, como ya se ha visto, pueden haber consecuencias irreparables. Ahora que Karolay Hernández vive con calma su presente y todo lo que ha vivido, abraza con fuerza a esa niña que sufrió en algún momento.
“Volvería el tiempo, cuando tenía 8 años de edad, y me abrazaría sin control. Después de llorar diría que no hay nada de qué preocuparse porque todas estas actitudes ‘extrañas’, todas las curiosidades por el mundo y la gente, te harán gigante. Va haber un momento en el que la gente va a sentirse excelente estando contigo y van a querer conocer todo eso que tienes en tu mente y sentirán que es importante. No dejes que nadie te haga sentir que no puedes lograrlo”, concluye Karolay.
Diseño de portada: Joseph Peñaloza.