Hace un año José Morales (60 A) llegó a los grupos de apoyo, tiene clara la fecha: “Fue después del 12 de octubre”. Lo recuerda porque estaba en plena crisis, debido a maltratos que recibía por parte de un familiar. Dice que este lugar no solo le brindó más confianza en sí mismo, sino que le abrió un abanico de realidades que desconocía.
“En lo psicológico ha sido de gran apoyo, porque yo llegué con una crisis, era muy palpable. Estaba así por un problema que veía arrastrando con mi familia, desde que asumí mi homosexualidad, ellos han tenido una guerra psicológica conmigo y agresiones físicas”, cuenta.
El Observatorio Venezolano de Violencias LGBTIQ+ (OVV LGBTIQ+) comenzó con los grupos de apoyo en 2023. Ese año se llevaron a cabo 30 actividades a las cuales asistieron 300 personas. La iniciativa busca brindar herramientas de apoyo emocional y psicológico a quien lo requiera.
A estos grupos llegó José hace justamente un año. Atravesado por el dolor de no ser respetado dentro de su propia casa, por ser visto como un enemigo. José se pregunta ¿qué ha sido de su familia? ¿en qué momento el odio puede más que la infancia compartida, que los recuerdos? No tiene muchas respuestas, pero hoy está un poco más fuerte.
A él le entristece y le desespera que los procesos legales no sean rápidos. Hace meses introdujo una denuncia contra un sobrino, quien lo ha agredido en varias ocasiones solo por ser homosexual. “La denuncia la metí en mayo y aún no tengo respuesta. Hasta un hermano mío que iba a declarar murió”.
José trabaja desde que tiene memoria, se dedicó por mucho tiempo a cuidar de sus padres, dice que no ha hecho nada malo, que no entiende porqué la sociedad lo discrimina, porqué es tan constante la palabra “mariquito”, se la han dicho tantas veces, que se convirtió en un tormento. Para él hay que “vivir sin dañar a nadie, sin señalar a otros”.
“Me molesta cuando agreden a cualquier persona de la comunidad, si es trans, gay, lo que sea. La gente en la camionetica te crítica, uno se voltea y te dicen -el mariquito ese-. Una vez hasta me alejé de una amiga porque me decía mariquito, eso me tiene la cabeza traumatizada”, dice al OVV LGBTIQ+.
El rechazo ocurre en todos los espacios, en la casa, en la calle y las instancias donde José ha buscado apoyo legal. “En los organismos -por el hecho de ser homosexual- no te atienden, eso molesta, uno debe ser valorado como ser humano por encima de todo”.
A José le perturba otro prejuicio que ha escuchado a lo largo de su vida “eres así porque te mimaban mucho”. Para él no hay argumento más absurdo que ese y responde: “Mi mamá tenía tantos hijos, que no tenía tiempo de estar mimando a nadie”. Las violencias que ha experimentado le han hecho pensar hasta en quitarse la vida.
“No hemos hecho nada malo, solo somos diferentes”, repite José con angustia como si quisiera que el mundo entero lo escuchara, pero también que lo dejaran en paz.
A sus 60 años aún se siente joven, le gusta bailar. Este año fue a la marcha de la comunidad, donde vio que en esta población la diversidad es más ancha de lo que imaginaba, vio personas de todas las edades, muchachos trans, personas no binarias. Las calles se tiñeron de colores de verdad verdad.
A José su familia lo ha corrido de la casa, ha tenido que dormir en la calle. Todo empeoró cuando murió alguien a quien él amaba mucho: su mamá. Esos ataques se volvieron recurrentes al punto de quebrar su salud mental, buscó apoyo en todos lados, desde legal hasta psicológico.
“Mi hermano y un sobrino tuvieron que pagar servicio comunitario por lo que me han hecho, pero el proceso legal es lento. Ellos han irrespetado los acuerdos a los que se han llegado”, indica.
En los grupos de apoyo José consiguió más seguridad, conoció otros casos similares al de él. “Te hacen sentir como familia, esa familia que uno va perdiendo por asumir, por querer lo que uno es, lo que uno no eligió por moda. La gente te quiere estar condenando, te dicen cosas que uno no dice ni piensa, esas cosas te enferman. Me he enfermado de ansiedad, de miedo, de depresión, de pánico. He sentido que no sirvo, pero estos grupos me ayudaron a levantarme, a que uno vale”.
Las cosas empezaron a empeorar para José hace 16 años, cuando murieron sus padres, dice que antes la familia no lo molestaba porque como era él quien cuidaba de sus padres, lo necesitaban, pero con el tiempo aumentaron las hostilidades.
“Yo no soy el único homosexual de la familia, pero ellos dicen que soy el que raya a otros parientes. Ellos han venido a quitarme mi paz”, expresa.
A pesar de que el mundo ha tratado a José “como basura”, él dice que si volvería a nacer elegiría de nuevo ser homosexual. José sabe que no hay nada malo con su orientación sexual, pero sobre todo, se reconoce como un ser humano y sueña con que el mundo entienda esa importante diferencia.
Hoy tiene más seguridad en saber quién es, en lo que va de 2024 ha estado mejor, dice que la doctora Nina, una de las psicólogas de los grupos de apoyo, le ayudó en ese proceso. José tiene el anhelo de unirse de nuevo a otro de estos encuentros presenciales, porque allí ha encontrado algo de paz.