- En el último semestre de 2023 el OVV LGBTIQ+ realizó al menos 30 grupos de apoyo donde participaron más de 300 personas LGBTIQ+. Cinco de los psicólogos que realizaron estos encuentros en Yaracuy, Anzoátegui, Bolívar, Zulia y Caracas destacaron la importancia de visibilizar las realidades e historias abordadas en ellos, así como el impacto de la crisis generalizada del país en la salud mental
Aunque Alex (*) tiene una red de apoyo conformada por su familia, le tocó vivir su proceso de transición solo. Al ser de San Felipe, estado Yaracuy, estaba desconectado de la realidad LGBTIQ+ que viven las grandes urbes como Caracas. No tenía un grupo de amigos y su acceso a la información fue limitado, hasta que participó en los grupos de apoyo realizados por el Observatorio Venezolano de Violencias (OVV LGBTIQ+) en conjunto con psicólogos de la entidad.
Alex fue uno de las más de 300 personas que participaron en las convocatorias que buscaron brindar un espacio seguro a las personas LGBTIQ+ en distintas ciudades de Venezuela para visibilizar sus historias, las realidades locales y crear comunidad. En el último semestre de 2023 se realizaron al menos 30 grupos de apoyo para esta población en San Felipe (Yaracuy), Maracaibo (Zulia), Barquisimeto (Lara), Lechería y Puerto La Cruz (Anzoátegui), Valencia (Carabobo) y Puerto Ordaz (Bolívar).
Además, el OVV LGBTIQ+ realizó otra serie de grupos diferenciados a personas LGBTIQ+, mujeres y hombres LGBTIQ+, personas trans, queer y no binarias y activistas de manera virtual y presencial en Caracas. Para la psicóloga Andreina Montilla, parte de la Unidad de Atención Psicolegal del OVV LGBTIQ+ y una de las organizadoras de los grupos de apoyo regionales, estos encuentros ayudan a reconstruir el tejido social, que está afectado por el contexto de violencia y de prejuicios, donde las personas de la comunidad tienden a alejarse de su familia o círculo cercano por seguridad.
“Son espacios donde nos encontramos para establecer vínculos a través de ejercicios vivenciales, donde contamos nuestra historia, nuestras experiencias y el significado de ser parte de la comunidad LGBTIQ+. Buscamos que se tejan redes de apoyo entre los participantes de los talleres, porque uno de los factores más importantes de la comunidad LGBTIQ+, es el tema del aislamiento. Se busca crear redes de apoyo para apoyar a la gente que se aísla”, explicó Montilla sobre la dinámica de los grupos de apoyo.
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Los grupos de apoyo y la realidad del área de la salud mental en las regiones
El OVV LGBTIQ+ conversó con los psicólogos encargados de moderar los grupos de apoyo en las regiones para conocer las experiencias y las realidades LGBTIQ+ de cada estado, pero también para explorar cuál es la situación de salud mental en esas entidades y cómo creen que se puede atender las deficiencias existentes en el área. Ansiedad, estrés, depresión, baja autoestima e ideación suicida son algunos de los efectos de la crisis de salud mental que enfrenta esta población en los estados ante la desprotección de su propio círculo social y del Estado.
“Hay movimientos antiderechos que han buscado invisibilizar a las personas LGBTIQ+. He escuchado sobre propuestas para fomentar los ECOSIG (**). Es lamentable, pero es un desafío que como organizaciones debemos ir abordando y trabajando para que más personas puedan mostrar sus plumas con orgullo. Acá en el oriente, si bien estoy centrado en la zona metropolitana, tengo conocimiento que las personas LGBTIQ+ de las zonas retiradas del estado también se les ha visibilizado gracias a estas organizaciones. Muchas veces se ven obligados a salir de sus pueblos, para ir a las grandes ciudades para poder tener una mayor visibilidad y poder mostrar su personalidad”, señaló David Uranga, psicólogo que organizó el grupo de apoyo en Puerto La Cruz y Lechería.
La psicóloga Michelle Fuentes, por su parte, señaló que la realidad en Maracaibo es diversa, pero también retadora al igual que otras regiones, tomando en cuenta que es una ciudad y un estado conservador y con tradiciones religiosas arraigadas que, en ocasiones, sostienen prácticas y discursos discriminatorios y violentos hacia personas LGBTIQ+. Ella se encargó del grupo de apoyo de la entidad y destacó el impacto negativo en la salud mental y física que generan estas situaciones en las personas. Considera que aunque hay organizaciones atendiendo a estas poblaciones vulnerables, hace falta generar más espacios seguros.
En su región, Fuentes indicó que la salud mental y física se ve afectada, en parte, por las deficiencias en los servicios públicos y la falta de oportunidades y calidad de vida en el ámbito de salud, laboral y educativo. “Cambiar eso toma tiempo y va a tomar tiempo hacer estos cambios sociales, pero no por eso podemos dejar de intentarlo”, subrayó. La realidad no cambia en otros estados. Según el psicólogo Luis Pablo Ramírez en Bolívar estas áreas se ven afectadas por la falta de acceso a la información, la discriminación en lugares públicos y en la atención médica primaria, lo que impide que se creen más espacios de educación y entretenimiento para esta población.
“Acá es muy fuerte ya que hay denuncias que se hacen sobre procesos de rechazo y discriminación. Hay presencia del componente religioso, más que todo la parte cristiana, pues hay ataques, procesos de rechazo, maltrato por parte de la familia, y ataques virtuales, donde no hay proceso de validación o conocimiento al movimiento LGBTIQ+ que se encuentra acá en el estado”, indicó Ramírez, quien coordinó los grupos de apoyo en Puerto Ordaz.
En San Felipe hay un proceso de desamparo, de acuerdo con la experiencia del psicólogo Víctor Prado, encargado de realizar los grupos de apoyo en Yaracuy donde Alex participó. Ese desamparo, explica, se traduce en una sensación de desprotección. En el estado, la desinformación hace que exista un acercamiento al tema LGBTIQ+ prejuicioso, estereotípico, estigmatizante y en ocasiones desde el desconocimiento. De los grupos de apoyo destacó, incluso, el desconocimiento sobre lo que implica la identidad o expresión de género e incluso la orientación sexual.
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Trabajar las vivencias a través del arte y las expresiones culturales
“La salud mental en mi región tiene que ver mucho con el contexto país. Al estar en un contexto donde las necesidades básicas no están cubiertas, los derechos humanos también se ven vulnerados y se vuelve complicado cubrirlas. Velar por estos derechos se vuelve básicamente un privilegio. La salud mental está deteriorada, en estado crítico. En el estado Yaracuy la gente está haciendo lo que puede en el contexto en el que se está desenvolviendo. La comunidad LGBTIQ+ utiliza los recursos que están a su alcance para poder desenvolverse y resolver con sus capacidades las eventualidades que están dentro de su entorno”, dijo Prado.
No obstante, durante las dinámicas de los grupos de apoyo en Yaracuy las personas, aunque tímidas, se mostraron abiertas a aprender. De hecho, la madre de los asistentes de una de las personas que asistió participó activamente. El público joven le indicó que dentro de su entorno había una especie de aceptación “disfrazada” por algún miembro del grupo familiar. Todos tenían al menos un miembro en la familia que representaba una figura de cuidado y protección para ellos, no obstante, de los otros había discusiones, rechazo, maltrato o marginación. Tienen que defenderse o tener que demostrar que están por encima de tus capacidades porque si no te humillan o discriminan. Entonces la comunidad que terminas creando ocurre fuera de casa.
Cada dinámica de los grupos de apoyo en las regiones y Caracas fue única, tomando en consideración que, aunque se buscaba visibilizar sus historias y crear redes, cada uno seleccionaba el tema a abordar y algunas de las actividades a realizar. En Anzoátegui, el Psicólogo David Uranga comentó la receptividad de los participantes y las relaciones que se construyeron en cada encuentro. “Fue increíble ver cómo las personas podían expresarse. De allí salieron amistades, contactos, pudimos conocer nuevas personas y nuevas realidades”, destacó.
Se trata de un resultado positivo, considerando el ambiente de carencias que también está presente en el estado, explicó Uranga. En todos se aplicó la arteterapia, donde se implementaron recursos artísticos o teatrales para reforzar los contenidos abordados. El objetivo estaba claro, conectar con el área creativa y construir comunidad para empezar a sobreponerse a las adversidades a través de la sensibilidad humana.
“Son espacios deseados por una parte significativa de la comunidad LGBTIQ+, también es algo desconocido para otra parte. Y esta parte que la desconoce, puede que se sientan inseguros de asistir y es algo normal. A medida que se van realizando los grupos y se va visibilizando los beneficios de estos grupos cada vez hay más apertura a otras personas a participar”, expresó la psicóloga Michelle Fuentes, quien indica que la experiencia en su estado fue “liberadora”.
A pesar de que en algunos casos las distancias entre la comunidad de los participantes era lejos, participaban, como en el caso de Bolívar, dijo Luis Pablo Ramírez. Para él, los encuentros fueron constantes, divertidos y de enseñanza ya que los participantes lograron identificar los tipos de violencia que cada uno vivió y que normalizaron por algún tipo de experiencia pasada o por desconocimiento.
La dinámica en los grupos de apoyo de Yaracuy permitió sensibilizar a las personas sobre cómo la discriminación dentro de la misma comunidad LGBTIQ+ puede implicar que se repliquen las mismas dinámicas y violencias existentes dentro de los sistemas familiares. También se reflexionó sobre la necesidad de establecer límites y de relacionarse de una manera no hostil o violenta. El psicólogo Víctor Prado explica que en ocasiones la hostilidad era una respuesta defensiva a la constante sensación de tener que defenderse respecto al mundo exterior. Añadió que fue complicado que los participantes lograran expresarse y abrirse emocionalmente porque previamente tenían que encapsular sus emociones para protegerlas.
“Cada una de esas sesiones dejaron ver cómo vivían su entorno emocional. Mostraron una dinámica compensatoria, en el que ‘estoy bien, no pasa nada, soy fuerte’, pero cuando tratabas de profundizar en lo emocional había mucho dolor, tristeza, maltrato, heridas, no contacto. Hubo un ejercicio de construir una máscara, hacer un dibujo y escribir palabras entre todos. Cuando las personas hacían contacto con esas palabras, se vulneraron muchísimo porque no estaban acostumbrados a contactar o a sentirse reconocidos, vulnerables o emocionalmente expuestos ante el otro. Hay una gran necesidad de sentirse conectado e integralmente vulnerable ante el otro y con el otro. Hace falta esta sensación de pertenencia a un espacio, esa sensación de comunidad, de conexión o de ser parte de algo. Esa fue una de las cosas que trabajamos en el grupo de apoyo, de la necesidad de hacer comunidad”, explicó Prado.
La necesidad de trabajar espacios seguros para las personas LGBTIQ+ en Venezuela
Andreina Montilla, al igual que los otros psicólogos consultados, considera que hay que crear más espacios para hablar y trabajar sobre la salud mental y los efectos que tiene la violencia, los discursos de odio y los prejuicios alrededor de la población LGBTIQ+. Además de los grupos de apoyo, también recomienda al Estado y las organizaciones de la sociedad civil que trabajan con esa área realizar grupos grupos terapéuticos para trabajar sintomatología. Para ella estos deben ser sistemáticos, tener planes de intervención, deben hacerse una vez al mes con grupos específicos. También plantea hacer intervenciones sociales, planteadas al mejoramiento del bienestar de la comunidad LGBTIQ+, que pueden realizarse a través del teatro o las artes.
En las regiones las recomendaciones están orientadas, ante la falta de políticas públicas, a atender y sensibilizar sobre el tema a los servicios de salud primaria, donde se incluya, además, la enseñanza de primeros auxilios psicológicos. El psicólogo David Uranga señala que hay centros de salud que no cuentan con servicios de atención psicológica y psiquiátrica adecuada o sensibilizada. Y es que en su estado, Anzoátegui, tampoco existe una escuela de psicología, lo que representa un obstáculo para atender la salud mental en la región.
“Falta aprender sobre temas de salud mental para tener un poco más de empatía y así entender que las diferencias no son motivo de separación si no de unión entre todas las personas. Creo que podemos generar más espacios de encuentro, seguir generando más grupos de apoyo. Hacen falta más espacios así pues a las personas les sirve tener espacios seguros para hablar sobre eso que llevan por dentro para sentirse entendidos y escuchados. Hace falta profesionales que atiendan esta situación y estén capacitados para acompañar de manera efectiva a la comunidad LGBTIQ+ para que sean espacios seguros y no revictimizantes. Es complejo, pero necesita el apoyo de todas las personas”, recomendó la psicóloga Michelle Fuentes.
Víctor Prado destacó que existe mucha conciencia de la necesidad que hay de crear estos espacios. Cree que quienes asisten a estos son estos grupos de apoyo son el relevo dentro y fuera del estado para que esas personas también generen nuevos espacios de seguridad y confort en el que las personas puedan adquirir herramientas y recursos para aprender, expresarse y atender parte de sus necesidades.
“El apoyo institucional ayudaría mucho a sostener estas necesidades colectivas. Eso ayudaría a generar esa contención, de culturalidad, de pertenencia, porque lo que no se menciona no existe. Hay una necesidad de reconocimiento, validación, pertenencia. Una forma de abordaje es crear redes con instituciones, promover políticas de formación de entes públicos. También existe esta sensación de que el Estado, que debería generar políticas de apoyo, genera más bien miedo y desinformación o miedo a ser maltratado por miembros del Estado u organismos de seguridad. Eso también genera un deterioro en la salud mental”, sentenció Prado.
Desde el gremio de psicólogos también se han dado pasos considerables, pero aún queda mucho por hacer. Por ejemplo, el psicólogo Luis Pablo Ramírez indicó que el Colegio de Psicólogos del estado Bolívar ha realizado actividades en función de la salud mental relacionado a algunos grupos vulnerables, pero no hay un desarrollo mayor en función al área de la diversidad. De hecho, varios psicólogos, como en otros estados, han expresado su rechazo hacia la atención de las realidades LGBTIQ+, lo que dificulta el acceso a servicios de salud mental en condiciones de igualdad y dignidad.
Si bien es cierto que el OVV LGBTIQ+ o las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en todo el país no pueden hacerse cargo de todas las realidades LGBTIQ+, pues es una situación que le corresponde al Estado y sus autoridades, también es cierto que desde estos espacios se ha buscado apoyar, educar y visibilizar sus historias en distintas actividades, como los grupos de apoyo, con la esperanza de que aporten al menos un poco a que las vidas de cada uno mejore tanto en lo individual, como en lo colectivo. Alex da fe de ello, porque aunque el Estado no reconoce su identidad de género, ahora tiene un nuevo círculo de conocidos con los cuales transitar la experiencia de ser LGBTIQ+ y vivir en Venezuela.
El OVV LGBTIQ+ pone a la orden los canales de denuncia y servicios de atención psicolegal para atender cualquier hecho de violencia hacia la población LGBTIQ+, como su página web (nomasdiscriminacion.org), su correo (denuncia@nomasdiscriminacion.org), WhatsApp y Telegram (0424-2061493 y 0412-5750503) y redes sociales (@OVVLGBTIQ en Twitter y @nomasdiscriminación en Instagram).
(*) Alex es una de las personas que participó en el grupo de apoyo de San Felipe (Yaracuy). Para resguardar su seguridad y privacidad se cambió su nombre.
(**) Los ECOSIG son los Esfuerzos para Corregir o Cambiar la Orientación Sexual y la Identidad de Género y son catalogados como una forma de tortura y trato cruel y degradante según las Naciones Unidas.