La primera barrera que se imagina este 28 de julio es la de pasar a los guardias que custodian su centro electoral. La segunda es la de los miembros de mesa, ansía que se concentren en el número de cédula y no en el nombre, pues será la primera vez que vote como persona trans.
En el pasado votó unas ocho o diez veces, dice que se inscribió en el Registro Electoral, cuando tenía 17 años. Le faltaba solo un mes para cumplir la mayoría de edad.
“En ese tiempo no había empezado mi transición, ya cuando comencé a tomar hormonas empieza todo el tema de la identidad, de cómo me veo físicamente y el nombre que tengo en la cédula, allí empiezan una serie de cosas bastante complicadas”, cuenta Andrés*.
Dice que desde pequeño le interesaron los asuntos electorales, así que no se perdía una elección, pero en los últimos años evitó estos espacios por temor a ser expuesto, por temor a que no entiendan las razones que hacen que el nombre que aparece en su cédula, ya no pertenece a la persona que es hoy, pero por temor también, a recibir burlas.
El miedo fue otra de las barreras con las que lidió Andrés los últimos meses. Lo pensó muchas veces ¿votar o no votar? Pero para la población, la elección del 28 de julio representa elegir un nuevo presidente, la cita no es poca cosa, así que Andrés preguntó entre sus conocidos y entre activistas, buscó soluciones para no desistir y para participar.
Hoy tiene 29 años, vota en el municipio Chacao, y es uno de los 21.392.464 venezolanos y venezolanas mayores de 18 años habilitados para votar por el Consejo Nacional Electoral. Sin embargo, de esa cifra, se estima que unos 4,5 millones de venezolanos en edad para votar están fuera del país.
Aunque Andrés tuvo miedo y tampoco encontró mucha información sobre iniciativas de acompañamiento para el voto de personas trans, logró dar con un dirigente político y este le prometió ayudarle y así evitar cualquier situación desagradable. Esto lo llevó a tener contacto con el coordinador del colegio donde vota.
“Tengo nervios, pero también un poquito más de tranquilidad”, dice Andrés lleno de ansiedad por la experiencia que tendrá el próximo domingo.
El no poder cambiar su nombre, tiene implicaciones problemáticas en su cotidianidad, en ese sentido, dice que hacer cosas tan simples como ir al supermercado o al banco, puede volverse un suplicio. “La última vez que fui al banco, me expusieron horrible, dijo mi nombre legal muchas veces, entonces evito esos lugares. Tengo cuatro años sin ir a una taquilla”, recuerda.
Andrés se sabe privilegiado porque este domingo no irá solo al centro electoral. Va de la mano de sus padres.
“Mi mamá y mi papá me apoyan, ellos votan en el mismo lugar, entonces tengo esa ventaja de que mis padres me apoyan, eso es un privilegio demasiado grande comparado con otras realidades, no todas las personas trans tienen apoyo de sus padres, ni de sus familias, entonces es un poco agradecer el privilegio”, dice.
Andrés ha repasado la escena una y otra vez y tiene la esperanza de que le permitan votar, de que el coordinador del centro esté atento cuando vaya a llegar, pero sobre todo, Andrés se sabe afortunado por no ir solo, por ir en compañía de sus padres.
A pesar de que él pudo superar el miedo y decidir participar este 28 de julio, entiende la decisión de cualquier persona, de esta población, que decida no hacerlo, pues señala que está en juego la seguridad y la dignidad. “Es importante que sientan que les apoyan, si pueden ir con dos personas mejor, porque no es fácil ir solo o sola, si sienten temor no lo hagan”.
*El nombre fue cambiado por petición de la fuente.
Este 28 de julio Venezuela elige un candidato a la Presidencia, desde el Observatorio Venezolano de Violencias LGBTIQ+, queremos visibilizar el voto de las personas trans, queer y no binarias. #YLaQueVote