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“No estoy sola”: Glorised y la travesía de reconocerse como bisexual en Venezuela

  • Para conmemorar el mes del Orgullo LGBTIQ+ el Observatorio Venezolano de Violencias LGBTIQ+ creó el seriado de entrevistas Voces diversas en donde se conversó con personas LGBTIQ+ para visibilizar sus vivencias y dignificar sus historias. Este es el testimonio de Glorised, quien tras vivir situaciones que pusieron en juego su salud mental, ha podido sanar gracias al acompañamiento de otras personas LGBTIQ+

“Cuidado con una vaina”, “prefiero una hija embarazada que lesbiana”, “los homosexuales no entrarán al reino de Dios”, son algunas de las frases que escuchaba Glorised (*) en su hogar cuando era pequeña en su natal Puerto Ordaz (Bolívar). A los comentarios homófobos de su familia materna, en especial de su abuela evangélica, se le sumaba la constante búsqueda de perfección que sus padres inculcaron en ella; en especial su mamá. Son huellas que, aunque aún le acompañan, ha podido sanar con el tiempo.

Con 30 años de edad a Glorised le tocó transitar un largo camino hasta reconocerse como una mujer bisexual. Es economista, actualmente vive en el estado Sucre, trabaja en el sector humanitario y es activista por los derechos LGBTIQ+. “Soy una persona perfeccionista, a veces un poco dura conmigo misma”, comenta. Aunque reconoce el impacto negativo que tuvo la constante carga de sobreexigencias de su familia, reconoce que eso le ha ayudado a crecer profesionalmente.

“Crecí en una familia bastante tradicional, en teoría, mamá, papá, hermana y yo siempre fui la hija a la que siempre se le exigía más. No era suficiente nada de lo que hacía, si lo hiciste bien, tienes que hacerlo mejor. Desde chiquita me sentí bastante mal, me sentía triste, no me sentía suficiente, nunca sentí que me querían por quien era o por cómo era y eso por supuesto que eso me marcó durante mucho tiempo, incluyendo en mi adultez”, recuerda Glorised.

Su hermana fue su confidente, pues era con ella que jugaba y se distraía de la dinámica diaria que tenía que seguir para alcanzar la perfección que aspiraban sus padres. Con ella siempre hubo buena relación, pero con sus padres no tanto, aunque los ama a todos. En el caso de su papá, siempre estaba fuera del hogar por trabajo y su mamá estaba en casa, pero era muy dura con ella.

Todo lo que decía su mamá “era ley” en la casa. Ella reconoce que creció con el apoyo de sus padres y en medio de privilegios que le permitieron cumplir con todos sus ciclos de estudio hasta independizarse. Señala que su adolescencia fue igual de difícil pues no se sentía comprendida, querida, aceptada. En ese proceso, además de su hermana, su mejor amiga le acompañaba para sobrellevar los malos ratos.

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Glorised y el impacto de la búsqueda de la perfección en la salud mental

“Tuve problemas alimenticios bastante fuertes como anorexia y bulimia durante mucho tiempo y otro tipo de adicciones también y todo eso pasó por toda la presión que recibía, por todo lo que estaba sintiendo, por no sentirme lo suficientemente perfecta para ser merecedora de algo”, añade, y recuerda con dureza las veces que trató de quitarse la vida a los 18 o 19 años de edad producto de todas las situaciones que cargaba y que pusieron en juego su salud mental.

No llegó a reconocerse como una mujer bisexual, con más afinidad hacia las chicas, hasta pasados los 25 años de edad, cuando logró independizarse de su hogar casi completamente. Antes de eso nunca llegó a plantearse de adolescente la posibilidad de que era una mujer LGBTIQ+ pues no se le permitían que le gustaran ni siquiera los niños, por el temor de que su madre pudiera enojarse al enterarse.

“Me di cuenta que me gustaba alguien porque esta persona era mi mejor amiga, que fue mi pareja durante 10 años. Comenzó como una amistad y luego se fue transformando todo por la manera en que la veía y porque siempre quería estar con ella. En ese momento pensaba, a mi no me puede estar pasando esto, porque mi mamá era super homofóbica”, dice Glorised.

Esa relación de 10 años que la acompañó en el tránsito de su adolescencia a la juventud la vivió a escondidas. Uno de sus miedos más grandes era que sus papás la botaran de la casa y dejaran de pagarle los estudios o que dejaran de apoyarla porque le gustaban las mujeres, lo que la hizo vivir con constante ansiedad.

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Reconocerse como bisexual luego de los 25 años de edad

Aunque le brindaba momentos de alegría y refugio, esa relación fue muy tormentosa para Glorised, según comenta. Tenía casi 26 años cuando ese vínculo de más de 10 años empezó a tener problemas. Terminaban y volvían. Hasta se planteó estar con un hombre al terminar la relación. Y eso hizo. Luego de cerrar ese ciclo después estuvo con un hombre, y aunque la relación no duró, reafirmó que relealmente era bisexual pues en sus palabras, se “sintió cómoda”.

Aunque ya a esa edad sabía que era bisexual, no fue hasta los 27 que decidió exteriorizarlo a su círculo cercano y la sociedad. El miedo ya no la acompañaba y ya no buscaba la aprobación de su familia. En estos últimos años ya se ha sentido libre de ser y amar a quien desea sin tapujos.

“En mi familia, ahora como adulta, yo me siento libre. No me importa tanto lo que digan. Desde hace poco tengo pareja y se lo puede decir a mi papá libremente. De hecho, salimos con ella hace poco. Estaban en el apartamento donde yo vivo, convivieron y se sintieron super bien uno con el otro. Esa situación ha mejorado bastante en mi familia”, comenta Glorised.

Al terminar la relación de 10 años tuvo el valor de exteriorizar a sus padres su orientación sexual, pero en acciones, ya que no se trataba de decirles que le gustaba las mujeres, porque lo veía innecesario, ya que su hermana heterosexual no tenía que decirle a sus papas que le gustaba un hombre. Poco a poco se fue desligando de las aquellas palabras homófobas que escuchaba de su familia y de las actitudes machistas. Aunque en su natal Puerto Ordaz se sintió libre, reconoce que ahora que vive en Sucre vive los estragos del machismo.

“En Puerto Ordaz salía con ella, nos tomábamos de la mano y obviamente siempre había como alguna mirada de la gente. Aquí en Sucre, sí me ha pasado, que es un estado muy machista y realmente sí lo es. Nosotras nos tomamos de la mano como en Puerto Ordaz en los centros comerciales y nadie nos veía, pero aquí en Sucre sí pasó. Llegó el punto en que me daba miedo acercarme a ella porque te ven mucho y los comentarios que se escuchan son comentarios super machistas”, dice Glorised.

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“He puesto límites”

Al no tener problemas que le impidieron vivir su vida en libertad, se le sumó otro que la volvió a llevar a sentirse sola. Glorised comenta que no se sintió parte de la comunidad LGBTIQ+ no fue sino hasta el último año, cuando comenzó a participar en más actividades relacionadas a esta población. Previo a eso, indicó no tener ningún referente queer con el que se sintiera identificada.

Su trabajo en el mundo humanitario también le permitió encontrar más gente como ella. Tras salir de la universidad trabajó en el área de mercadeo y proyectos de una emisora de Fe y Alegría. Luego fue asistente pastoral y administrativa de una organización religiosa. Su deseo era trabajar en el área de proyectos. Y eso hizo. En esta última le permitieron trabajar en el área luego de dos años laborando.

Tras crear y darle seguimiento a varios proyectos allí, luego de cuatro años, decidió que era necesario un cambio, por lo que aplicó a organizaciones internacionales humanitarias. Tras quedar en una en el área de seguimiento y monitoreo, tuvo que mudarse a Sucre, algo que le llevó a salir de su zona de confort y vivir nuevas experiencias.

“El año pasado fue difícil. La situación con mi familia era complicada, sobre todo con mi papá. Al jubilarse y regresar a vivir a la casa básicamente tuvimos que reconocernos nuevamente. Él al ver que era una adulta y no poder decidir sobre lo que hacía hizo la situación difícil. Siempre peleábamos y ejercía violencia verbal sobre mi, incluso violencia psicológica. Ahorita la situación ha mejorado y he puesto límites porque he conversado con él y también salir de mi casa fue un logro. Mi logro de este año ha sido ese, tener un trabajo que me gusta, donde me siento cómoda y el haber salido de mi casa, de mi zona de confort”, resalta Glorised.

Hasta ahora, el mayor aprendizaje de Glorised ha sido el creer en sus capacidades. “A veces me exijo tanto que no creo en mi y siento que nunca lo hice bien. Este año he trabajado en eso, en creer que sí soy capaz”, resalta. Aunque ha superado varias barreras, reconoce que el vivir en Venezuela y ser LGBTIQ+ le enfrenta a situaciones que la exponen a la violencia y la discriminación.

“Yo fui con una ginecóloga con mi expareja, y al principio, al saber que era mi novia, nos trató super mal. En la segunda consulta no dejó que ella pasara y me revisó super mal, fue incómodo. Incluso tenía miedo de volver a un ginecólogo luego de eso y decir que una mujer esté conmigo. Mejor no les digo nada y les digo que solo tengo pareja y ya”, recuerda Glorised sobre un episodio de violencia médica.

Incluso dentro de la población LGBTIQ+ ella se ha sentido discriminada porque considera que las personas bisexuales son estigmatizadas e invisibilizadas, sobre todo si se es una mujer bisexual. Aun así, gracias a su psicóloga, Glorised ha podido trabajar en su proceso personal y también conectar con otras personas queer que le han hecho cambiar de opinión.

“En este momento siento que soy parte de la comunidad. A través de los grupos de apoyo del OVV LGBTIQ+ conocí a más gente, aunque ya me aceptaba me hizo pensar: ‘no estoy sola´. Ahora tengo amigos y me comprenden mucho más porque viven muchas cosas de las que vivo a diario”, agrega sobre su experiencia.

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“Hay que educar y luchar por nuestros derechos hasta que sean escuchados”

Previo a participar en los grupos de apoyo y acudir a terapia era una persona introvertida y aislada, tomando en cuenta que pasaba su tiempo mayormente en casa y porque hizo homework durante 4 años por la pandemia del covid-19. Acudió a un grupo de apoyo y luego quiso ir a todos, señala que además de conocer gente pudo conectar con otras organizaciones, como Código90, con la que trabaja actualmente a distancia.

En los próximos años Glorised se ve trabajando en el sector humanitario y haciendo activismo con organizaciones de la comunidad LGBTIQ+. Con su pareja se plantea la posibilidad de emprender nuevos proyectos de vida juntas, pero reconocen que en el país esa posibilidad es limitada, ya que el Estado no reconoce el matrimonio igualitario, la identidad de género y otros derechos.

“Antes no me sentía parte de la comunidad LGBTIQ+ porque me sentía invisibilizada, pero ahora sí me siento parte y me siento muy orgullosa de serlo. Me veo así. Quiero tener una familia con mi novia y a veces me da un poco de miedo, por el tema de los derechos míos, de mis hijos, de ella. Por ahora no me veo fuera de Venezuela porque me queda mucho que hacer acá”, señala sobre su futuro.

Después de todo lo que le ha tocado vivir, agradece los aprendizajes y las personas que se han sumado a su vida. Continúa trabajando en sí misma, en no ser tan dura con sus expectativas y su carrera profesional. De momento, abraza su presente con la esperanza de que cada acción que haga la lleve a donde sea feliz.

“Creo que tiene que haber un cambio profundo, incluso desde la Constitución, para que se puedan reconocer a las parejas del mismo sexo, a las personas trans y en general reconocernos como personas, porque en este momento no nos reconocen. Hoy solo somos venezolanos y solo los que somos hombres y mujeres cis porque las personas trans no existen para el Estado. Es tan fuerte y hay que hacer tanto trabajo. Creo que hay que educar y luchar por nuestros derechos hasta que sean escuchados. Podremos tener derechos como venezolanos, pero no como parte de la población LGBTIQ+”, concluye Glorised.

(*) La identidad de Glorised fue protegida para preservar su privacidad e integridad, por lo que solo se conservó su nombre de pila para este texto periodístico. Glorised fue una de las beneficiarias de los servicios de la Unidad de Atención Psicolegal del OVV LGBTIQ+ en 2023.

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