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“Hoy soy mucho más libre”: el testimonio de Luis a casi un año del caso de los 33 en Carabobo

  • Para conmemorar el mes del Orgullo LGBTIQ+ el Observatorio Venezolano de Violencias LGBTIQ+ creó el seriado de entrevistas Voces diversas en donde se conversó con personas LGBTIQ+ para visibilizar sus vivencias y dignificar sus historias. Este es el testimonio de Luis, uno de los afectados por el caso de los 33 en Carabobo, quien gracias a su fe en Dios y el apoyo de su comunidad ha podido salir adelante y continuar con su vida

“Nada pasa al azar”, dijo Luis (*) en una entrevista luego de vivir lo que él considera uno de los peores momentos de su vida. Con 53 años de edad y su fe arraigada a la tradición católica señala que Dios lo puso allí para “cumplir una misión”. Él fue uno de los afectados por la detención de 33 hombres LGBTIQ+ en un local en Valencia, Carabobo, en julio de 2023. A casi un año del atropello que expuso la prolongada homofobia de Estado, habla con más seguridad y calma sobre su vida luego de ese momento. 

“El profe”, como también le conocen por dedicarse a la docencia desde hace más de 20 años, fue uno de los pilares morales y espirituales que mantuvo unidos y fuertes a aquellos hombres que fueron detenidos sin haber cometido ningún delito. Luis considera que la vida lo puso en esa situación para brindar apoyo a sus compañeros. Y eso hizo.

Su trabajo como docente y guía en una iglesia en su natal Tinaquillo (Cojedes) desde hace casi 10 años, así como su trabajo en su comunidad, lo prepararon, sin querer, para ese momento. Él se define como “un señor, educado, solvente, respetuoso, creyente de Dios, profesional, hermano e hijo, con papás fallecidos”, que también es el papá de un pocotón alumnos y exalumnos que le aprecian incondicionalmente.

“Soy el menor de un montón de hermanos, de 14 para ser exacto. El menor que vio morir a su papá cuando tenía 7 años, pero eso no me hizo diferente. Soy diferente desde siempre, en mi vida en general. Tuve una niñez creo que feliz y tranquila a pesar de las carencias. Con las tristezas y rabietas de cualquier niño que respondía cuando le decían: ‘no hable así’, ‘no se pare así’, ‘no se comporte así’, que hicieron de mi lo que hoy soy”, cuenta Luis sobre su infancia.

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Luis y el perdón de Dios

Desde siempre su familia ha estado ligada al ámbito religioso y eso no ha impedido que tengan una buena relación. Luis cuenta que su madre fue la que supo primero que nadie que era homosexual, por lo que le dio consejos y lo guiaba. Reconoce el privilegio que ello conlleva al igual que no haber recibido algún acto discriminatorio o de abuso por parte de la iglesia de su comunidad.

“Eso siempre ha sido penalizado (ser homosexual), pero sabemos que siempre hemos existido y siempre vamos a existir. Gracias a mi mamá y a mis hermanos me di a respetar. Me considero respetuoso y cerrado, mi profesión me llevó a tener una conducta ‘seria’”, añade Luis.

Comenta que siempre supo que le gustaban los hombres, desde pequeño, cuando tuvo “amores platónicos” que veía en la televisión en la época de “María Castaña”, como él mismo dice. Le atraía ese patrón masculino hegemónico y es algo que no ha variado con el tiempo, aunque ahora sí reconoce el machismo que puede implicar el convivir con ese patrón.

“Mis primeros años de adolescencia yo me imaginaba que era la única persona en el mundo que era homosexual. Le pedía perdón a Dios y le prometía que no iba a tener malos deseos hasta que me solté y entendí que este es un tipo de vida que no elegí, sino que nací así, y comencé a aceptarme y quererme”, subraya Luis.

“Un hijo más”

Para Luis es Dios su principal referente, así como ese ser “en todas sus presentaciones”, como la familia o amistades. Considera que la religión “salva”, pero reconoce que los líderes de las distintas iglesias pueden cometer errores que lleven a otras personas a excluirse de la vida religiosa o espiritual.

A pesar de las barreras y prejuicios, el haber dedicado su vida a Dios no le impidió tener una pareja. De hecho, su última relación duró 15 años. Su exnovio fue “un hijo más” de su mamá y compartieron hogar durante un par de años. En sus propias palabras era “un señor viviendo con otro señor” en esas circunstancias. Estuvieron juntos hasta que a su pareja le dio cáncer y la situación país le obligó a irse. Luis, docente arraigado, decidió quedarse pues él quería retirarse “jubilado” de su profesión. En la actualidad llevan una relación de cordialidad y cariño mutuo.

“Yo siendo católico no me acercaba a comulgar porque si no se tiene una relación santificada por un sacerdote no se puede comulgar. Sin embargo, en ningún momento dejé de ir a misa ni contaba que vivía con un chico en la casa. Pero todo el mundo sabía, porque vivo en un pueblo. Sí se puede tener una vida digna. Así te pintes el pelo, uses zarcillos, si vives a Dios y actúas bajo sus normas el amor es amor. Sí se puede tener una vida seria y responsable siendo homosexual”, recuerda Luis.

Mientras llega alguien que se adapte a su visión, decide estar solo; y no le tiene miedo a ello. “Mi opción de vida es estar solo hasta que llegue la persona que me enamore y me inspire”, destaca. Mientras tanto, él continúa trabajando por su comunidad, su iglesia y su pueblo, donde asegura que el trato y la recepción hacia las personas LGBTIQ+ es positivo.

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“Aquí el bienestar para todos no existe”

Su labor como docente le ha dado la oportunidad para educar sobre la diversidad en los distintos espacios donde hace vida. Siempre que puede enseña desde el respeto. “Hoy hay una visión totalmente distinta”, señala Luis sobre cómo se abordan los temas LGBTIQ+ en la actualidad.

“Hay personas distintas, hay que aceptar a cada quien como es. Si dentro de un grupo consigues a alguien que es distinto y ves que comienzan a molestarle, yo como docente tengo que enseñarle que no responda de mala forma. Le enseño a que sea libre pero respetuoso hacia él mismo y hacia los demás”, expresa.

No obstante, a pesar de haber avances y una renovación de visiones respecto a la época en la que él creció, reconoce que aún continúan barreras que imposibilitan el reconocimiento pleno de las personas LGBTIQ+ en el país. El hecho de los 33 en Carabobo del que él fue víctima da fe de ello.

“Hace falta una verdadera conciencia social que sabemos que con este gobierno no la tenemos. Aquí importan unos pocos y por eso no nos respetan. Aquí se persigue a alguien solo porque es oposición, o porque no están de acuerdo, porque son pobres, porque son ricos, porque tienen una finca o porque reciben una bolsa de CLAP. Aquí no hay conciencia social, el bienestar para todos no existe”, añade Luis.

Aunque le tomó tiempo y acompañamiento psicológico abordar la situación, recuerda que el hecho en Valencia del que fue víctima como el peor hecho de discriminación y violencia que ha vivido en su vida. 

“Para mi fue un gran atropello porque después de tener ocho años de haberme separado de mi pareja, decidí acompañar a un amigo, con la necesidad de esparcimiento, más allá de lo sexual, y que así no más me hayan metido preso y que me hayan sacado en videos de TikTok, en la prensa, en mensajes de WhatsApp. Creo que es la única vez que me he sentido discriminado, maltratado y humillado. Gracias a la gente que está a mi alrededor, a ustedes, a la psicóloga que me atendió super bien y gracias a los ejercicios que hacíamos pude conciliar el sueño, pude reencontrarme y aceptar mi amor propio, porque yo mismo me rechazaba”, recuerda Luis.

Sanar desde el amor

Para aprender hay que sufrir bastante, considera Luis. De esa situación traumática que vivió aprendió que hay gente que lo quiere, lo ama y lo respeta, pero él mismo tiene que quererse más, amarse más y respetarse más. Ese cariño se tradujo en abrazos de sus vecinos, amigos de la iglesia, exalumnos y familiares una vez fue liberado tras estar varios días detenido.

“El mayor aprendizaje que tengo hoy, gracias a Dios, a ustedes, a mis vecinos, a mis familiares, a mis alumnos, a mi iglesia, es que hoy soy mucho más libre que antes porque hablo con mayor facilidad sobre quién soy y lo qué me gusta”, destaca “el profe”.

Tras el hecho pudo reintegrarse a su vida y su dinámica de manera “más digna y transparente”, pero aún carga con él el trauma que implica el estar en lugares cerrados. El apoyo y el cariño que recibió también lo llevaron a sobreexponerse, algo que él, según comenta, nunca quiso pues nunca ha querido ser famoso.

“Gracias a lo que me pasó, a las redes sociales, me convertí en popular o ‘influencer’, como dicen los chamos de ahora”, indica entre risas. Aunque él cerró ese capítulo que implicó sobrevivir a las humillaciones del caso de los 33, aún no ha recibido disculpas por parte del Estado y sus funcionarios. De hecho, el caso continúa abierto e no ha existido reparación para las víctimas.

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“A no dejarse humillar por nadie”

“A quererse, respetarse, a no dejarse humillar por nadie. Amigos, el amor existe, enamórense. El sexo es sabroso, pero el sexo en amor es lo máximo. A enamorarse, así suframos, así no sea para siempre, pero hagámoslo. Crean, crean en Dios, bajo cualquier religión, la que ustedes quieran, con el nombre que quieran, pero crean en algo, porque siempre hay alguien por encima de nosotros. Cuando uno siente ese amor, esa emoción, eso que no te lo da nada físico, es porque viene de un ser superior que te lo da todo”, recomienda Luis a los jóvenes.

Ahora que trata de pasar la página, “el profe” espera ser feliz en el futuro y tener salud para continuar asegurando el bienestar y cuidado de su vida y de los suyos. Espera disfrutar, pero no más de la cuenta, porque dice que existe el temor de que llegue la policía y “se lo lleve”.

“Mis planes son hacer lo que estoy haciendo, trabajando como docente. Espero seguir animando gente en la parroquia donde hago vida a hacer cosas buenas, a llevarle comida a los viejitos, a rezar en la casa de alguien que se murió, si alguien no me quiere porque soy de la comunidad LGBTIQ+, bueno, mal por ti, pero yo estoy para lo que haga falta”, resalta.

Luis abraza con fuerza su presente, agradece lo que tiene y continúa labrando un futuro construido con su fe, amor y esperanza. Si pudiera devolver el tiempo se diría a sí mismo que no se cohíba de hacer lo que le gusta. “Si te gusta dibujar dibuja, si te gusta cantar canta, vive tu vida. Así la gente te señale, no pasa nada, vive tu vida. No pierdas la oportunidad de ser feliz ni pierdas tiempo llorando por el qué dirán”, concluye.


(*) La identidad de Luis fue protegida para preservar su privacidad e integridad, por lo que solo se conservó su nombre de pila para este texto periodístico. Luis fue uno de los beneficiarios de los servicios de la Unidad de Atención Psicolegal del OVV LGBTIQ+ en 2023.

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