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Tortura disfrazada: las terapias de odio

  • Las terapias de conversión son una forma de tortura según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Tres sobrevivientes de estas prácticas comentan sus experiencias en ellas y cómo eso impactó su manera de vivir siendo LGBTIQ+

“Las terapias a las que debo asistir me han destruido mentalmente, pero, todavía, no estoy en riesgo de que me maten; conozco a muchos que han sufrido prácticas de electrochoque, medicación forzada y violaciones correctivas”, expresó con preocupación Milán, quien lleva tres meses en terapias de conversión por ser bisexual y del género no binario.

En Venezuela, esta es una realidad latente para quienes conforman la comunidad LGBTIQ+;  son  psicólogos,  grupos  religiosos  e  intrusistas  en  el área de la salud mental quienes  ejercen  estas  prácticas,  a  pesar  de  que  la  Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde 2020 las asumió como “formas de tortura” en su informe: Práctica de las llamadas “terapias de conversión”.

Andreina Montilla, psicóloga del Observatorio de Violencias LGBTIQ+, alertó que estas terapias son muy comunes en el país y buscan suprimir o cambiar la orientación sexual, identidad y expresión de género de la persona. Aun cuando la Organización Mundial de la Salud  (OMS)  desde  1990  ha  establecido  que  la  diversidad  de  identidades  de  género  y orientaciones  sexuales  distintas  a  la  heterosexualidad  no  son  consideradas  trastornos mentales; además de que la práctica de estas terapias no está avalada científicamente.

Dependiendo de quién las aplique justificarán estos métodos como una forma de curar una  enfermedad  mental  o  de  sacar  del  individuo el  demonio  que  lo  lleva  a  tener  una orientación o identidad distinta, explicó Yendri Velásquez, activista y cofundador del Observatorio de Violencias LGBTIQ+.

Cabe destacar que muchas veces los individuos no son conscientes de que están atravesando una terapia de conversión, pues no las venden con ese nombre y muchas de las víctimas naturalizan la violencia y la discriminación para protegerse a sí mismos, ya sea por la falta de apoyo o porque no poseen la información para reconocer qué implica lo que han vivido, agregó el activista.

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Terapias de conversion: ¿Psicología o coerción?

“Lo primero que me dijo la psicóloga al entrar al consultorio fue que debía cambiar mi tono de voz y moderar mis gestos porque eran muy femeninos”, declaró afectado Milán, quien asiste a estas terapias como condición para no ser echado de casa de su madre. Actualmente, él revela que debe ser muy cuidadoso con cómo camina, gesticula y se expresa frente a la psicóloga y su mamá, pues la situación se ha vuelto más intensa y teme quedarse en la calle.

Por otro lado, la psicóloga que atiende a Milán le ha dejado claro que ser bisexual es sinónimo de estar confundido y debe definirse; siendo esta la primera parte del proceso por el cual está siendo sometido. Así como también, ha buscado controlar su forma de vestir por ser muy femenina; al igual que ha tratado de manejar quienes son sus amistades, pues al ser individuos de la comunidad LGBTIQ+ son “personas de malas costumbres y pueden generar malos estímulos”, manifestó desconcertado el sobreviviente.

Todas las personas que hacen este tipo de prácticas las realizan pensando que ser homosexual es una enfermedad, ya sea por creencias religiosas o políticas, aclaró Montilla. Ahora bien, a pesar de que existen psicólogos que ejercen este tipo de terapias, la Federación de Psicólogos de Venezuela (FPV) se pronunció en 2022 en contra de estas por medio del comunicado  No  a  la Discriminación, publicado vía Instagram. De hecho, Clara Astorga, presidenta de la FPV, afirmó que estas constituyen una falla ética grave y se deben denunciar ante el Tribunal Disciplinario del gremio, el cual aplicará una sanción según la gravedad de la falta.

Esta sanción contempla la suspensión de entre uno y doce meses del profesional, aclaró Astorga; por lo que no necesariamente son juzgados con cárcel. Esto debido a que en Venezuela no existe ninguna ley que prohíba estas prácticas, a diferencia de Brasil, Chile y Ecuador,   países   de   Latinoamérica   que   las  han  ilegalizado.  Siendo  así  que  Iglesias evangélicas,  tal  y  como  la  Iglesia  Evangélica  Las  Acacias,  cuentan  con  sus  propios psicólogos cristianos que aplican estos métodos disfrazados de terapias.

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El riesgo en la salud mental

Al realizar un acercamiento a la iglesia para solicitar una entrevista con alguna autoridad de la misma, la recepcionista redirigió la solicitud al Gremio de Ciencias de la Salud de la Iglesia Evangélica Las Acacias, el cual se reúne todos los viernes en una casa que está en la calle que está enfrente de la congregación; este está conformado por nueve profesionales. Dos de ellas se presentaron como psicólogas, Lucy Lira y Linda Mar Pérez; sin embargo, solo la primera se encuentra federada en la FPV.

“Los asustas, así como al drogadicto le dices que se va a morir, igualito es con la persona con el sexo; los enfrentas a una realidad en la que van a ser rechazados y ahí es cuando la persona se comienza a dar cuenta por qué se suicidan aquellos que tienen una sexualidad distinta”, manifestó alterada Lira sobre cuáles son los procedimientos que llevan a cabo para realizar las terapias de conversión. Aunado a esto, sus prácticas están abiertamente ligadas a lo que concibe la religión como correcto; siendo así que el primer paso para atender a estas personas es darles la palabra del Señor con la intención de que reaccionen, agregó la psicóloga.

Ahora bien, ¿es ético que un psicólogo mezcle la fe con la ciencia en sus consultas? Sobre esto,  Astorga  criticó  dichas  prácticas,  dado que  en  realidad  “no  es psicología, ni psicoterapia” y se estaría tratando de una estafa. Por otro lado, invitó a que en los casos en los que el profesional sienta que no puede tratar a un consultante porque difiere de sus creencias o gustos, lo mejor es redirigir el caso a otro colega.

No obstante, no solo son psicólogos quienes las ejercen, pues, hoy en día, una persona que haya hecho un diplomado en sexología, sin haber estudiado la carrera de Psicología, se considera capaz de darle terapia a otro individuo. Este es el caso de Cristina Pérez Fernández, quien realiza terapias de conversión en sus consultas. “Cuando le pregunté cuáles eran sus estudios de pregrado, me respondió que era licenciada en Administración”, expuso Alfredo Cheremos, sobreviviente de terapias de conversión por ser homosexual.

“Me mandaba tareas, una de ellas consistió en que debía tener relaciones sexuales con una mujer”, contó disgustado Cheremos. En las sesiones, ella relacionaba la homosexualidad con traumas de la infancia o con una confusión que podría corregirse: “¿Cómo sabes que no te  gustan  las  mujeres,  si  nunca  las  has  probado?”, expresó la terapeuta en los primeros encuentros que tuvo con la víctima.

Tiempo después, Cheremos la denunció en la FPV por realizar terapias de conversión; sin embargo, al no estar federada no pudieron hacer nada directamente sobre las terapias, solo pudo denunciarla por intrusismo. A pesar de que según Astorga, estos casos “son atendidos con  mucha  eficiencia  por  el  CICPC”  y  son  pagados  con  cárcel,  la  “terapeuta”  Pérez Fernández está libre y sigue ejerciendo ilegalmente, cuando la denuncia fue emitida en 2022.

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Rechazados en nombre de Dios

“Tenía 15 años y entré a un retiro espiritual en el que nos decían que cada vez que te masturbabas entraba un demonio a tu vida y que si eras homosexual, en realidad, el demonio estaba dentro de ti”, confesó consternado Cissco Sabarse, quien fue víctima de terapias de conversión  durante  ocho  años  por  ser  bisexual.  Dicho  retiro  lo  realizó  en  la  Iglesia Evangélica Príncipe de Paz en Acarigua, estado Portuguesa; este constaba de tres etapas: la sexualidad, la hombría y el noviazgo o soltería.

Sabarse destacó la primera etapa del retiro, pues una de las actividades consistía en que  un líder cristiano leía una lista de pecados, mientras que los jóvenes levantaban sus manos cada vez que escuchaban los pecados que habían cometido; “para ellos la homosexualidad y la masturbación estaban al mismo nivel que el masoquismo o la zoofilia”, añadió con ironía. Ahora bien, cuando se trataban de pecados relacionados a la sexualidad, dicho líder ponía un aceite en la mano del joven para que se lo untara en sus genitales y orara por que los demonios salieran de su cuerpo, reveló Sabarse.

A pesar de que al terminar el retiro sintió que había podido “solucionar su problema por ser bisexual” y se unió de lleno a la comunidad evangélica, no duró mucho ese sentimiento, pues “todo lo hacía sentir culpable”, reiteró Sabarse. “Me destruyó pasar ocho años escuchando prédicas sobre lo mal que estaba la homosexualidad y que Dios me la podía quitar”, agregó con tristeza.

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La sexualidad y la religión en las terapias de conversión

Estos retiros para jóvenes son realizados por diversas cofradías evangélicas; de hecho, la Iglesia Evangélica Las Acacias los lleva a cabo y tratan, al igual que el anterior caso, temas de  sexualidad.  “Se  llevan  a  los  jóvenes  durante dos o tres días, para orar, reflexionar e impartir charlas que tienen que ver con el noviazgo y la sexualidad según los principios bíblicos”, explicó Lira sin dar muchos detalles.

Por otro lado, la Iglesia Católica también es una congregación que cuenta con antecedentes que la exponen como una organización eclesiástica a favor de las terapias de conversión; de hecho, el papa Francisco, en 2018, afirmó en una conferencia de prensa que los niños homosexuales podrían ser corregidos por medio de la psiquiatría. Asimismo, se ha caracterizado  por  rechazar  la  homosexualidad,  pues este año, el mismo pontífice en una reunión con varios obispos aseguró que no se debía permitir la entrada de más homosexuales a los seminarios.

El padre Jorjan, maestro de procesos de la congregación Hijos de María Inmaculada en la Iglesia de Nuestra Señora de Lourdes en Caracas, afirmó que “la Iglesia no tiene una fórmula que, al aplicarla, la persona va a cambiar su orientación sexual”. Sin embargo, “si una persona tiene una orientación y quiere sentir otra cosa, con ayuda psicológica podría cambiar”, manifestó el sacerdote.

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Crueldad parental y el peso de ser sobreviviente

La principal razón por la que estos individuos terminan asistiendo a estas terapias suele ser por los padres, ya sea por desinformación, creencias religiosas o principios morales, testificó Velásquez. Ellos incuban la idea de que la diversidad sexual es negativa, por medio de argumentos homofóbicos y conservadores: “Para mi mamá ser homosexual es lo mismo que ser un delincuente o un drogadicto”, comentó Milán. Así como también hacen uso de razonamientos religiosos: “Tiene pegados en la puerta de mi cuarto papeles con oraciones pidiéndole a Dios que deje de ser gay”, agregó la víctima.

Cabe  destacar  que otro factor que afecta esta situación son aquellos movimientos civiles  “antiderechos”  que  por  medio  de  redes  sociales  han  creado  toda  una  campaña enfocada en discriminar a esta minoría; un ejemplo de ello es la organización civil Por la Familia  Venezolana,  quienes  han  promocionado  en  televisión las terapias de conversión, declaró Velásquez.

“Me odiaba e intenté suicidarme porque por más que intentaba cambiar, esto no se me quitaba”, lamentó Sabarse mientras su voz se quebraba. Estas terapias terminan causando traumas a largo plazo para quienes pasan por ellas, pues usan métodos que terminan siendo violentos tanto psicológicamente como físicamente, dependiendo del caso, expuso Velásquez.

El sentimiento de culpa es el daño más común que se genera en las víctimas, ya que “atribuyen la incapacidad para cambiar de orientación sexual a una falla moral y personal; es decir, si no puedes cambiar tu orientación eres una falla para el sistema” señaló Montilla. De igual forma, dicho sentimiento, a largo plazo, puede acabar generando “ideas suicidas, disfunción sexual, depresión y ansiedad”, especificó la psicóloga.

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Estado de silencio y complicidad

El Estado venezolano nunca ha mostrado interés en las problemáticas que vive la comunidad LGBTIQ+ y esta no es la excepción, confirmó Velásquez, al recalcar la indiferencia que existe por parte del Gobierno. En consecuencia, no existen datos oficiales que muestren cifras sobre las situaciones de vulnerabilidad que atraviesan estas personas, como por ejemplo las terapias de conversión, agregó el activista. A pesar de que las ONG ‘s brindan un apoyo directo a las víctimas y sobrevivientes de estas prácticas, las mismas no

pueden sustituir las responsabilidades del Estado, puesto que no cuentan con las herramientas para hacerlo, concretó inconforme. Una gran parte de las terapias de conversión son realizadas por iglesias evangélicas, aseguró Montilla.

Ahora bien, ¿acaso el Estado se estará asociando con estas congregaciones por un bien común?, pues su relación se ha visto cada vez más cercana, ya que recientemente, Nicolás Maduro, presidente de la república, ha estado aprobando bonos y planes especiales, especialmente para las iglesias evangélicas: el “Bono al buen pastor” y el plan “Mi iglesia bien  equipada”.  ¿Será  esto  una  estrategia  política  para  ganar  votos  de  este sector de la población, de cara a las próximas elecciones presidenciales, o va más allá?

“Mientras  más  escala  el  crecimiento  de  iglesias  evangélicas  en  Venezuela  y  las alianzas del Estado con estas, hay un aumento exponencial de las terapias de conversión”, expresó  Montilla;  sobre  lo  que  Velásquez  consideró  que,  gracias  a  esta relación, dichas terapias encuentran un espacio donde reproducirse, sin que el Estado actúe.

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Autores del texto

Brandon Barboza

Andrea León

Yasser Naser

Juan Sánchez


El OVV LGBTIQ+ pone a la orden los canales de denuncia y servicios de atención psicolegal para atender cualquier hecho de violencia o discriminación hacia la población LGBTIQ+, como su página web (nomasdiscriminacion.org), su correo (denuncia@nomasdiscriminacion.org), WhatsApp y Telegram (0424-2061493 y 0412-5750503) y redes sociales (@OVLGBTIQ en X y @nomasdiscriminacionve en Instagram).

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